dilluns, 4 de desembre del 2017

The Byrds: los últimos diez años

[Nota: el hecho que esta entrada del blog esté redactada en castellano no tiene nada que ver con la infausta aplicación del artículo 155 de la Constitución: simplemente me ha parecido más lógico mantener la lengua original del libro del que esta entrada pretende ser una breve secuela digital.]

Hace unos días me di cuenta que se habían cumplido diez años de la publicación de The Byrds. Pájaros de doce cuerdas. Historia y saga, probablemente el bestseller de mi bibliografía -poca broma: más de 500 ejemplares vendidos- y que, por cierto, todavía podéis adquirir si es que no lo tenéis ya: aquí. En su momento, el principal mérito del libro fue que era la primera bibliografía del grupo publicada en castellano, ya que, lógicamente, no se basaba en fuentes originales. Sin embargo, y por aquello de no hacer un simple refrito de lo ya publicado en inglés, intenté algunas aportaciones para que el volumen fuera interesante: en primer lugar, no se limitaba a la trayectoria oficial del grupo sino que se ampliaba a la carrera posterior de sus componentes (de ahí la "saga" del subtítulo); añadí una tercera parte, titulada "byrdconexiones", en la que recopilaba toda clase de artistas que, de una manera u otra, hubieran estado relacionados con los Byrds y sus spin offs; y finalmente cada capítulo acababa con una "Guía de compra" en la que sugería la que pensaba que era la mejor manera de hacerse con lo más imprescindible.


Así, me parece interesante hacer una breve actualización del libro con esta entrada en el blog, intentando recuperar lo más importante acontecido en el universo Byrd desde 2007. De hecho, el epílogo original del libro lo cerraba con una reflexión en torno al hecho que los Byrds no hubiesen sucumbido a la moda de las giras de reunión. Que la reflexión sea válida diez años más tarde, cuando cualquier banda de tercera se reagrupa -si es necesario, con más miembros nuevos que originales- al poco tiempo de separarse, es casi un milagro. Más si tenemos en cuenta que con tres de los cinco fundadores vivos, la reunión sería mucho más legítima de lo que hoy en día ya es habitual, y que creativamente la unión de McGuinn, Hillman y Crosby podría dar frutos interesantes.

Que no haya habido ninguna reunión de los Byrds en el siglo XXI seguramente es una decisión básica de Roger McGuinn, que los otros han respetado, ya que al fin y al cabo nadie duda que él es, de alguna manera, el dipositario del legado de la banda. Y ya hace muchos años que McGuinn parece conformarse con un segundo plano, concentrado en sus conciertos en solitario y su proyecto de cancionero folk que continúa creciendo en internet, accesible a todo el mundo. Aparentmente, en 2011 publicó un CD titulado CCD, que tiene toda la pinta de ser una recopilación de las canciones de temática marinera de The Folk Den. Aparte de eso, alguna aparición puntual, como su participación en la banda sonora de I'm Not There (2007), interpretando una vez más a Dylan, con Calexico como banda de acompañamiento, pero cada vez parece más difícil que nos llegue un nuevo disco de Roger McGuinn.

En principio también estaba semiretirado Chris Hillman, que había sido el byrds más activo discográfricamente en los 80s y 90s. The other side (2005), en principio, había de ser su último disco de estudio, promesa que no rompía la publicación del directo acústico At Edwards Barn (2010), firmado con su inseparable Herb Pedersen, y en el que repasaba temas de toda su carrera. Pero hace un par de meses apareció Bidin' my time (2017), y además con una clara voluntad de recoger cierta atención: no en vano su productor era Tom Petty, en la que a la postre sería su último trabajo profesional. Seguramente el disco más elaborado de Hillman en mucho tiempo, aunque sin abandonar sonido próxima al bluegrass que ha sido marca de la casa desde el final de la Desert Rose Band, combina temas nuevos, revisitaciones del repertorio Byrd y alguna versión. Cuenta con el atractivo adicional que en él canta David Crosby, toca la guitarra Roger McGuinn -aunque no coincidan en el mismo tema- y hay una composición de Gene Clark. Lo más parecido, pues, a la reunión Byrds que no hemos tenido y seguramente no tendremos.


Así, el disco del otrora discreto bajista del quinteto original podría ser un digno epitafio para los Byrds, si no fuera porque el enfant terrible de la banda parece estar viviendo una segunda juventud: David Crosby ha editado tantos discos en solitario en los últimos cuatro años como a lo largo de toda su carrera anterior. Lo cual ha sido sumamente inesperado, ya que en principio parecía que tenía suficiente con las giras exitosas de Crosby, Stills & Nash, sin material nuevo. En 2010 un proyecto de disco de versiones producido por Rick Rubin acabó abortado, y en 2012 editaron CSN 2012, enésimo directo. Pero entonces Crosby hizo unos comentarios desafortunados en twitter sobre Daryl Hannah, la nueva compañera sentimental de Neil Young, provocando el enfado de éste y después de Graham Nash, que llegaría a declarar que no volverían a cantar juntos. Poca broma porque para Crosby el británico era lo más parecido a un hermano. Eso sí, separado de sus compinches habituales, el californiano de repente se ha visto poseído de una productividad discográfica sin precedentes. Croz (2014), Lighthouse (2016) y Sky trails (2017) han aparecido en rápida sucesión, todos ellos de muy buen nivel, en la línea del Crosby de más calidad. Su hijo James Raymond -con el que ya había colaborado en CPR- es su compinche principal en el primero y el tercero, mientras que para el segundo se alió con Michael League. Queda claro que si hay un byrd que se niega a decir la última palabra es David Crosby. Por algo siempre fue el más bocazas de la banda.

En cambio, prácticamente no ha habido noticias musicales de los otros dos Byrds oficiales que continúan vivos, John York y Gene Parsons. Bueno, York se coló en el disco de duetos Have harmony, will travel (2013) de Carla Olson, cantando con ella un par de temas.

En cuanto a reediciones o recopilaciones de especial interés, tampoco ha habido muchas novedades en los últimos diez años. En cuanto al grupo madre, en 2007 ya se había reeditado toda su discografía con temas extra -agrupados en 2012 en The Complete Columbia Album Collection- y hasta un par de box sets. No parece que quede nada demasiado significativo pendiente. Quizás una reedición Deluxe del álbum de reunión de 1973 con temas extra, si es que existen. Respecto a los spin offs, en 2007 The Capitol Collection recogía los tres álbumes de McGuinn, Hillman (& Clark), junto con algunos temas extra, en lo que sería su edición definitiva. Todavía queda pendiente alguna buena recopilación de la carrera de Chris Hillman.

Finalmente, en el apartado de inéditos recuperados, hay que ir con cuidado ante la proliferación de grabaciones de dudosa calidad y -a menudo- origen, especialmente referidos los miembros más "malditos" de la saga, como Gram Parsons o Gene Clark. Aquí sólo me referiré a algunos de los discos que han aparecido de forma oficial.  De los Byrds propiamente, en 2008 Sundazed editó Live at Royal Albert Hall 1971, que permite comprobar la solidez en directo de la última alineación de la banda. Otro directo interesante es Authorized Bootleg: Fillmore East, New York, N.Y. - Late Show, November 7, 1970 (2011), de unos Flying Burrito Brothers ya sin Gram Parsons pero -quizás precisamente por eso- mucho más compactos. Finalmente, CSNY 1974 (2014) sirvió para celebrar los 40 años de la mítica gira de Crosby, Stills, Nash & Young, comprimida por Graham Nash en un CD sencillo o triple.  



En cuanto a grabaciones de estudio, un par de aportaciones de interés. Pieces (2009) recoge outtakes de Manassas procedentes de la grabación de sus dos álbumes, con un Hillman quizás más visible que en los lanzamientos oficiales. The lost studio sessions (2016) es una cuidadísima selección de material inédito de Gene Clark editada con mucho mimo por Sierra Records, centrada en el período 1964-72 (es decir, canela fina), pero que también incluye unas demos de 1982 de Nyteflyte, proyecto que juntó a Clark con Hillman, Michael Clarke, Herb Pedersen y Al Perkins y que, desgraciadamente, no llegó a cuajar. 

Finalmente, un par de recomendaciones en cuanto a lecturas byrdsianas. La primera es la Ultimate Music Guide que la revista británica Uncut dedicó en 2016 a The Byrds: se trata de suplementos monográficos dedicados a un artista, con repaso a todos sus discos y artículos contemporáneos a su trayectoria. En este caso también hay repasos a las trayectorias posteriores de los miembros, reedición de artículos de la propia Uncut repasando las carreras de Clark, Parson y White y una lista comentada de las 20 mejores canciones del grupo. Como curiosidad, la foto escogida para la portada es la misma que en mi libro, pero al revés (no sé cuál de las dos es la correcta). Por otra parte, Johnny Rogan acaba de publicar Requiem for the timeless. Volume 2 que, como su título indica, es la segunda parte de su monumental libre dedicado a los Byrds -fuente bibliográfica principal del mío-. En este caso, en realidad son seis biografías dedicadas a los miembros oficiales del grupo ya traspasados: Gene Clark, Michael Clarke, Kevin Kelley, Gram Parsons, Clarence White y Skip Battin. No lo he podido leer, pero seguro que lo acabo haciendo.

dimecres, 15 de novembre del 2017

Dues cançons a Londres

"On érets el dia que (no) es va proclamar la República Catalana?", em pregunteu. I jo us responc: doncs estava a Londres. Una escapada que podia haver estat de desconnexió però que no ho va ser tant perquè amb la desaparició del roaming un ja pot consultar compulsivament premsa i rebre comentaris de watsapp mentre passeja per Russell Square... La distància, si de cas, afegeix surrealisme i, en alguns moments, un punt d'angoixa.

"Oh, where have you been, my blue eyed son?" arrenca -i repeteix insistentment- "A hard rain's a-gonna fall", una de les cançons incloses al segon disc de Bob Dylan. És també una de les cançons versionades per Willie Nile a Positively Bob, el seu darrer disc i dedicat íntegrament a versions dylanianes, i una de les cançons que Nile interpreta, precisament la nit del 27 d'octubre, al concert a què assisteixo a The Borderline, al Soho. L'interpreta apassionadament, i amb la participació entusiasta del públic. El significat exacte de la cançó no està clar, però és evident que te un to ominós, d'amenaça latent. I jo no puc evitar pensar que la forta pluja que ens caurà a sobre és el 155, i experimento emocions contradictòries i dures.

Willie Nile (a l'esquerra).

Per qui no el conegui, Willie Nile és un rocker novaiorquès que va treure un parell d'àlbums el 80-81, va desparèixer durant la resta de la dècada i a partir dels 90 ha retornat amb un cert prestigi de músic de culte. Rock clàssic amb un punt del punk escola CBGB. A Londres actua en un curiós acústic, acompanyat només del seu baixista (una màquina!), però això no li treu un mínim d'energia. A més, en el tram final pugen a l'escenari un bateria i un guitarrista que han conduït des d'Edinburgh per tocar unes poques cançons, com havien fet allà. Màgic! El format, això sí, facilita llargues parrafades entre cançó i cançó, entre d'altres per justificar per què publicar ara un disc de versions de Bob Dylan i per què, a més, escollir-ne algunes de les composicions més conegudes. I sí, no nega que són cançons versionades mil i un cops, però argumenta que "avui en dia no sonen per la ràdio". I com a prova de la validesa del seu plantejament explica que ara les coneixen els seus nets. A mi, però, després del meu moment transcendent amb "A hard rain's a-gonna fall", no cal que em convenci de la vigència d'aquestes composicions.

El concert de Willie Nile ja el tenia previst, però ja a Londres m'animo per anar-hi a un segon: Fairport Convention al Nell's Jazz & Blues, diumenge 29, en el concert que tanca la gira de celebració dels 50 anys del grup, tota una institució del folk-rock britànic. Poca broma. Evidentment que ja no són la banda mutant dels cinc primers discos, que és la que sobretot m'interessa, però encara hi ha un dels fundadors, el guitarrista Simon Nicol, i un que gairebé ho és, el baixista Dave Pegg (els altres tres membres de la formació actual hi porten almenys vint anys). Coherents amb el tarannà de celebració de la gira, interpreten cançons de totes les èpoques, inclós un bon nombre de composicions de Richard Thompson ("Genesis Hall", "Crazy Man Michael", "Farewell, Farewell", "Now Be Thankful") i fins i tot s'atreveixen amb una de Sandy Denny ("Fotheringay").

Fairport Convention

A la mitja part (el concert dura més de mitja hora), m'acosto a la paradeta, compro el CD commemoratiu i Dave Pegg me'l signa. Llàstima que el dedica a un tal "Didier" en lloc de "Guille". Què hi farem. Acaba el concert i el grup torna a l'escenari per un únic bis. No podia ser una altra, "Meet On The Ledge", l'himne oficiós de la banda i que ja estava al seu segon disc -llavors amb les veus combinades d'Ian Matthews i Sandy Denny; l'heu d'escoltar!-. Altre cop una cançó amb un significat obert a interpretacions, però allà on "Hard Rain" era apocalíptica, "Meet On The Ledge" té un aire d'esperança, un cant al retrobament. I cantant la tornada amb tot el públic em sento una mica més reconfortat. Ho necessitava.

divendres, 29 de setembre del 2017

Manifest unitari i unipersonal davant el referèndum de l'1-O

Les darreres setmanes hem assistit a la publicació de manifestos i contramanifestos entorn el referèndum de l'1-O. Com que no m'han demanat la signatura per cap -com diu el Sergi Pàmies, no dec ser ni prou intel·lectual ni prou d'esquerres-, com que tampoc cap d'ells era capaç de reflectir la meva complexa posició i sobretot per veure si jo mateix era capaç d'ordenar idees i definir el meu posicionament, he redactat el meu propi manifest, que només reflecteix el pensament del seu únic signant, que sóc jo.

1. Els catalans són una comunitat esdevinguda subjecte de sobirania nacional. És a dir, que els correspon a ells com a comunitat d’escollir el seu futur. I això no per Guifré el Pilós, ni pel 1714… Per una cosa tan senzilla com que els catalans, de forma molt majoritària, tenen consciència de ser comunitat i voluntat de decidir el seu futur. És aquesta consciència i voluntat les que determinen l’existència de nació política i no a l’inrevés. 

2.  El problema no és Espanya, sinó l’Estat Espanyol, és a dir, la seva configuració política. Espanya no pot continuar així. Crec que no cal insistir massa sobre el tema. Sí diré que, al meu entendre i en contra del que sovint es diu, no crec que el problema sigui la Constitució sinó la interpretació restrictiva que se n’ha fet els darrers anys. 

3. A mi no m’excita instintivament la idea d’una Catalunya independent, però encara menys em fa por. Estic convençut que en un termini raonable viuríem en un país millorat, tant des del punt de vista econòmic com democràtic (la mateixa pluralitat de la societat catalana n’és la principal garantia). Aquest èxit, però, està condicionat a la manera com s’arribés a la independència. I no parlo només dels factors “externs” (l’oposició lògica de l’Estat) sinó sobretot dels interns: no es pot pretendre construir un nou estat sense la complicitat de mig país. 

4. En aquest sentit, al meu entendre, patim un excés d’independentisme màgic que ho vol tot i ho vol ja, i això fa que la il·lusió (“ho tenim a tocar”) es converteixi ràpidament en agonia (“ara o mai”). I pel camí s’ha empetitit una majoria (aquesta sí, claríssima) favorable al canvi de l’statu quo. 

5. Com va dir Josep Lluís Carod-Rovira en una xerrada el passat 12 de setembre a Tarragona, això no va d’identitat sinó de sobirania. Jo no vull seleccions catalanes. Jo vull que les decisions sobre la gestió del Prat o sobre la política lingüística les prenguem aquí, nosaltres. 

6. Això va de democràcia, però també d’independència (i viceversa). L’independentisme ha aconseguit un èxit notable en ajuntar les dues causes, però també de tant en tant se li ha notat que la democràcia, en el fons, no era tan important com la independència. A vegades li ha fet una miqueta de nosa.
 
7. Crec que el resultat de les eleccions del 27-S (“el vot de la teva vida”, recordeu?) obligaven a un replantejament de l’estratègia de l’independentisme. El principal objectiu hauria d’haver estat ampliar-ne la base social per aconseguir una majoria clara. Enlloc d’això, s’ha imposat el “tenim pressa”, apostant –conscientment o no- per ampliar bases només per la via de portar-nos a la confrontació d’extrems, i s’ha optat per llençar una moneda a l’aire, sense saber quin seria el resultat i, aparentment, sense valorar-ne les possibles conseqüències. Consideracions legals i legalistes al marge, a mi l’aposta del Govern em sembla una mica irresponsable.
 
8. Sóc crític, no equidistant (i, d’altra banda, des de quan ser equidistant és un insult?). Aplicant el teorema de Peter (Parker), queda clar que qui té més poder té més responsabilitat, i per tant el màxim responsable que haguem arribat fins aquí (i per tant el màxim irresponsable) és el govern de Mariano Rajoy. A la irresponsabilitat amb què ha actuat durant anys s’hi suma ara la irresponsabilitat amb què ha actuat els darrers dies. Una actuació simplement impresentable, barroera, insultant i, en bona mesura, al marge de les pròpies lleis. Una actuació que no puc validar. Per això no he participat en cap de les manifestacions-performance de l’Onze de Setembre però el passat dia 20 sí que vaig sortir al carrer. 

9. Davant el referèndum, qualsevol de les possibles opcions que jo adopti (votar “sí”, votar “no”, votar en blanc o no votar) no serà capaç de reflectir la meva posició i, segurament, serà manipulada per dir que he dit una cosa que no volia dir. Altre cop cal optar pel mal menor. L’opció de no votar (o no intentar-ho) és l’única que puc descartar clarament perquè seria donar als que parlen de “sedició”. Crec que cal anar a votar per llençar un missatge clar de rebuig a les tesis i les accions dels principals responsables d’aquest atzucac, per blindar l’autogovern i les institucions del país (fins i tot malgrat la irresponsabilitat dels seus dirigents actuals) i perquè el que ningú no ha de dubtar és que el poble català és qui ha de decidir el seu futur. 

10. El referèndum de diumenge, passi el que passi, tindrà un impacte polític notable, però no tanca el problema perquè no pot ser vinculant. Fins i tot abans de la intervenció del govern espanyol dubto que tingués les condicions per convertir-se en una expressió real i validable de la voluntat definitiva dels catalans. Això anava de democràcia, no? Per tant, després de l’1-O, no val plantejar-se dreceres ni solucions màgiques. Política i democràcia. I per mi les dues són sinònims de compromís.
 

dimarts, 29 d’agost del 2017

Cadàvers a la portada

L'endemà de l'atemptat de les Rambles de Barcelona em va sobtar comprovar com molts comentaris a les xarxes socials se centraven a criticar les portades de determinats diaris, acusades de sensacionalistes i insensibles fins i tot per molts periodistes i persones vinculades al món de la comunicació. Es va fer viral una foto d'un establiment que s'havia negat a vendre aquell matí els diaris amb portades amb imatges explícites i fins i tot alguns ajuntaments van anunciar ràpidament que cancel·laven les seves subscripcions a aquestes capçaleres. També molts van recuperar una frase de Kapucinsky amb la què, aparentment, es donava a entendre que aquells que havien fet aquelles fotos o havien decidit posar-les a portada no eren ni bones persones ni bons periodistes.

No em va sorprendre tant el debat -que és recurrent i, segurament, pertinent- com la virulència de les crítiques. Ràpidament vaig comprovar que les crítiques se centraven especialment en El Periódico de Catalunya i El País, i en menor mesura en La Vanguardia, la qual cosa no deixava de ser curiosa tenint en compte que eren majoria absoluta els diaris -arreu del món!- amb portada suposadament sensacionalista i que, fins i tot, coincidien a haver triat exactament la mateixa imatge que aquestes tres capçalers. No siguem, per tant, ingenus: la crítica a les portades anava lligada -i sovint de forma explícita- al rebuig a d'altres continguts de la cobertura informativa dels atemptats (la notícia -efectivament fantasmagòrica- de l'avís de la CIA a El Periódico; l'article de Lluís Bassets a El País) o un rebuig més general vinculat, com tantes coses, a la situació política que viu el nostre país i el posicionament dels diaris qüestionats. (Per cert, si teniu curiositat, recupereu les portades d'El País de l'11-M o l'atemptat a la sala Bataclan de París, molt més dures.)

Tot i això, ja he dit abans que el debat sobre aquesta mena d'imatges és recurrent i, segurament, pertinent, i des d'aquest punt de vista val la pena reflexionar sobre el tema. En aquest cas, entenc que cal fer-ho a partir precisament de la fotografia que ocupava les portades dels diaris esmentats, qualificada d'obscena, sensacionalista o explícita (per cert, val la pena llegir aquest article d'Emilio Pérez de Rozas sobre la història de la fotografia, al marge del que òbviament té de defensiu). Certament, no és una fotografia agradable, amb diversos cossos estirats al terra que poden ser morts o ferits, algunes persones (civils) atenent-los i policies corrent amunt i avall. Tot això en un pla general gràcies al qual, com em va fer notar l'altre dia l'amic Xavier Brotons, l'espai de l'atemptat és perfectament reconeixible, però al mateix temps se'ns apareix clarament alterat respecte la seva imatge icònica. En aquest sentit, penso que és una virtut de la foto que les Rambles apareguin elles mateixes com a víctima de l'atemptat.


Els que són crítics amb aquesta mena d'imatges addueixen, en primer lloc, el respecte a les víctimes. Aquest és un argument que, sens dubte, ha de ser tingut en compte, però que no considero que sigui en absolut definitiu. La història del fotoperiodisme està plena d'imatges violentes que no respectaven la intimitat de les víctimes: de les primeres fotos de cadàvers als camps de batalla de la Guerra Civil nord-americana a la de l'execució d'un presoner del Vietcong, passant per la mort d'un milicià de Robert Capa o l'assassinat de Lee Harvey Oswald a càrrec de Jack Ruby... Imatges que han esdevingut icòniques, fins i tot considerades obres mestres. Així que, on arriba el nostre respecte a la intimitat de les víctimes? El reservem només per les "de casa"? Quotidianament veiem als telenotícies, i també a les portades dels diaris, imatges de víctimes molt més dures, tot i que potser no ens ho semblen perquè són més lluny. Respectem la intimitat en funció de qui sigui la víctima? O és que hem de tenir en compte també la transcendència informativa de la imatge en qüestió? I, si és així, com podem explicar un atemptat sense cap imatge de les víctimes?

Des d'aquest punt de vista, em sembla que el valor periodístic de la fotografia qüestionada és innegable. Però és que, a més, no crec que sigui especialment irrespectuosa: no podem distingir, per exemple, la cara de cap dels cossos estirats al terra. L'element més discutible -més obscè, diran alguns- és el cos d'un menor a la part esquerra de la fotografia, que en algunes portades va desaparèixer retallant la foto o bé es va difuminar. I a la foto no hi ha ni sang ni llàgrimes. Penso que retrata més el caos que no pas es recrea en el dolor.

En les crítiques també s'ha fet servir com a munició les lògiques demandes de Mossos i serveis d'emergència de no difondre imatges dels atemptats i les víctimes. Aquestes advertències es referien sobretot als minuts i hores immediatament posteriors a l'atemptat, i a vídeos infinitament més explícits i morbosos que, si fa no fa, tots hem vist o almenys hem rebut per watsapp, i que només podien servir per generar por i alarma (a banda d'interferir en l'operatiu policial i d'atenció a les víctimes). No crec que això sigui aplicable a les portades dels diaris que van arribar als quioscos més de 12 hores després, quan tothom ja estava totalment assabentat què és el que havia passat. (Com a element positiu, que estiguem discutint sobre les portades dels diaris de paper de l'endemà quan tothom qui volia tenia accès a material gore pràcticament a l'instant vol dir que, almenys en el nostre imaginari, la premsa escrita encara manté un element de prestigi.)

Finalment, he llegit també arguments en la línia que la difusió de les imatges de l'atemptat i especialment de les víctimes és, precisament, el que volen els terroristes. És evident que és propaganda gratis per als terroristes, però quina opció hi ha? Si donéssim per bo aquest argument, el millor seria, directament, no informar dels atemptats. Entenc que el que es demana, en el fons, és no contribuir encara més al terror amb la difusió d'imatges de gran impacte emocional. Però tornant al cas que ens ocupa, de veritat el problema són les portades dels diaris i la foto en qüestió, publicades l'endemà, després de l'impacte de la pròpia notícia, d'haver vist (o intuït) vídeos infinitament més explícits, de la sensació d'angoixa i incertesa, etc.?

Jo crec, sincerament, que no n'hi havia per tant, amb aquestes portades. No crec que els qui van fer la foto fossin males persones, ni tampoc aquells qui van decidir posar-les a les portades (decisió que segur que va ser molt meditada i discutida). I, sobretot, no crec que fossin mals periodistes. La portada de l'Ara, que molts van contraposar en positiu, em sembla que, en tot cas, respon a criteris extraperiodístics i, això sí, és coherent amb la línia habitual del diari, que a vegades tendeix cap al  manual d'autoajuda. Com també van ser coherents amb la seva línia els qui van apostar per una portada purament informativa, foto inclosa, o fins i tot els qui, potser, es van passar un pèl en el morbo (no descobrirem ara que El Periódico és el més tabloide dels nostres diaris). I tampoc és casual que l'únic diari de Madrid que apostés per una portada no informativa i sense foto fos La Razón.

Una darrera consideració: potser algú se n'haurà adonat que en el llistat d'imatges icòniques de violència explícita que he fet més amunt no n'hi ha cap de contemporània. No és casualitat: segurament avui en dia és més difícil que aquesta mena d'imatges tan explícites ocupin les nostres portades. I això, segurament, vol dir que tenim una sensibilitat diferent, més humana i respectuosa. La paradoxa és que això coincideix amb els interessos dels qui, des de la primera Guerra del Golf, han evitat a tot preu que es publiquin imatges dels morts, tant dels aliens com especialment dels propis. Justament perquè aquestes imatges són poderoses. Perquè ens confronten amb la realitat. A les rambles de Barcelona hi va haver morts i ferits. Respectar-los no necessàriament vol dir amagar-los.

divendres, 19 de maig del 2017

Completant la col·lecció de còmics indispensables de John Byrne

Panini Comics està tenint el bon gust d'anar reeditant una gran quantitat de material de Marvel dels 80, l'època en què jo em vaig aficionar als còmics de superherois, la qual cosa suposa un perill constant per la meva butxaca. I si hi ha algú que es pugui considerar un "autor total" d'aquells anys és John Byrne: dibuixant, guionista, revitalitzador de personatges clàssics i creador d'altres de nous. Sense ell, per exemple, segurament Wolverine no hagués sobreviscut per convertir-se en un dels personatges més populars del còmic de superherois. Amb l'esperada publicació, fa un parell de mesos, d'un generós volum amb tots els còmics de Byrne de She-Hulk, i l'anunci per al juliol d'una altra recopilació de la curta etapa a The Hulk, diria que la majoria de les grans obres de Byrne de la seva primera etapa a Marvel (1975-85) estan disponibles al mercat en excel·lents reedicions. Després, i precisament arran d'un conflicte mentre s'encarregava de Hulk, Byrne va deixar Marvel per DC, on va signar un rellançament de Superman, i la seva carrera continuaria tant a les dues grans editorials ianquis com en d'altres projectes independents. Però el Byrne infalible diria que és el de la primera època.

La Hulka de Byrne es caracteritza per ser conscient de ser un personatge de còmic i trencar la barrera per parlar sovint directament amb els lectors.

Repassem: tenim, per suposat, la seva etapa a The Uncanny X-Men, amb guions de Chris Claremont, i al llarg de la qual va anar adquirint cada cop més rellevància també com a responsable dels arguments. A aquests gloriosos còmics ja els vaig dedicar una entrada fa anys. Els fans no quedaran decebuts si adquireixen també la primera col·laboració de Claremont i Byrne, Iron Fist. En deixar els mutants, Byrne va arrencar una llarguíssima etapa com a autor total de The Fantastic Four (cinc anys, 65 números!) que fins i tot rivalitza amb la fundacional de Lee-Kirby com a referència de l'anomenada Primera Família. Tot això reeditat en luxosos volums de gran tamany i tapa dura. En format més modest també s'han reeditat títols byrnians més accessoris, com les seves etapes de dibuixant de The Avengers o Captain America. I, aviat, els seus West Coast Avengers, també com a autor total, que desconec i que, tot i ser ja de la seva segona etapa Marvel, fan bona pinta.

Penso que un dels elements en què Byrne va ser innovador (i en això coincidia amb Claremont) va ser en el tractament dels personatges femenins com a personatges amb entitat pròpia, que ja no eren un simple complement o interès romàntic dels herois masculins. No per res en la seva etapa als Quatre Fantàstics Susan Storm passa de ser la "Noia Invisible" a la "Dona Invisible", i se la retrata en molts moments com el veritable pal de paller del quartet, el personatge més fort. I també és interessant la variació de l'heroïna sexy que fa amb Hulka, que se'n riu -literalment- del seu propi personatge, dels lectors i de l'autor.

Tot i això, per mi la cimera Byrne són els 28 números que va escriure i dibuixar d'Alpha Flight, el grup de superherois canadencs que ell mateix va crear com antagonistes puntuals dels X-Men i que acabarien tenint, de la seva mà, col·lecció pròpia (tot aquest material, meravellosament aplegat aquí). Els Alpha Flight pertanyen a l'univers Marvel -i interactuen de tant en tant amb altres personatges de la casa-, però amb el simple detall de situar-los a l'altre costat de la frontera, Byrne -d'origen britànic, però que havia viscut part de la infantesa i adolescència al Canadà- aconsegueix crear un micro-univers diferenciat, més realista. Llegit ara, l'Alpha Flight apareix com un còmic innovador que es va avançar a la fórmula de les "temporades" més o menys anuals, tant habituals avui en dia o, fins i tot -compte, spoiler!- va ser capaç d'assassinar el pressumpte protagonista al final de la primera temporada molt abans que ho fés J.R.R. Martin.

Alpha Flight, mostra de diversitat canadenca: tres anglos, dos francòfons, un nadiu nord-americà, una semideessa i una alienígena.

Byrne també porta fins a l'extrem la premissa Marvel del superheroi imperfecte (oposat al model Superman): cadascun dels membres d'Alpha Flight amaga darrera el glamour dels seus poders la tragèdia o el potencial autodestructiu. Sasquatch és un brillant científic que poc a poc es va "bestialitzant". Au Nevada és una semideessa incapaç de sentir com un èsser humà. Shaman, dividit entre la ciència occidental i la màgia de la seva gent, no va poder salvar la seva dona de la mort. Puck és un nan a qui la deformitat del seu cos li provoca dolors constants. I els bessons Aurora i Estrella del Nord semblen qualsevol cosa menys germans: ella té doble personalitat, i ell és arrogant, insufrible i, de fet, acabaria sortint de l'armari com el primer personatge gai de Marvel. Alpha Flight són també disfuncionals com a supergrup, ja que només ocasionalment actuen tots junts. I, significativament, el cor del grup és altre cop una dona, Heather Hudson, que malgrat no ser-ne membre oficial i no tenir poders acaba sent la líder.

divendres, 3 de març del 2017

Lehane al BCNegra (amb retard)

Ja han passat unes quantes setmanes de la celebració del festival BCNegra, dedicat a la narrativa de "lladres i serenos", per dir-ho a la manera clàssica, però no havia trobat encara un moment per poder escriure unes poques ratlles per explicar que, per primer cop i després d'anys de seguir el festival via premsa, em vaig colar en una de les sessions del festival. Va ser el divendres 3 de febrer, a la Sala Barts, per escoltar l'escriptor nord-americà Dennis Lehane, que justament havia estat reconegut amb el premi Vázquez Montalbán d'aquesta edició.

A Lehane ja li vaig dedicar un post allà pels inicis d'aquest blog. Llavors acabava de llegir Cualquier otro día, la primera part de la trilogia que ha completat Ese mundo desaparecido, que he llegit darrerament (per acabar de tancar el cercle, també ha coincidit amb l'estrena de l'adaptació de la novel·la "del mig", Vivir de noche, dirigida i protagonitzada per Ben Affleck, que tot i això no he vist). Val a dir, en primer lloc, que és, al meu entendre, que és una trilogia "relativa", ja que el protagonista de la segona i tercera novel·les és un secundari molt secundari de la primera. Gairebé podríem dir que la segona i tercera són un spin off de la primera que, almenys per mí, és la millor de les tres amb diferència. També arran de la visita de Lehane a Barcelona vaig llegir un article de Ramón de España, traductor de les primeres novel·les del nord-americà, que deia que precisament la sèrie dedicada als detectius Kenzie i Gennaro, amb què va arrencar la seva carrera, era superior a la darrera producció de l'escriptor, a qui acusava de patir el mal comú de voler signar "la gran novel·la americana". Potser De España exagerava, però sí que tenia un punt de raó en denunciar com sovint la narrativa més purament de gènere (com eren les històries de la parella de detectius) generalment serà menys valorada per la crítica que aquella amb pretensions.

En tot cas, em feia il·lusió sentir xerrar Lehane en directe i la sessió del BCNegra, en aquest sentit, no em va decebre (a més, vam colar-nos a primera fila, literalment). I això que el format era un pèl estrany. La seva xerrada s'anunciava com "Una mirada crítica a la societat nord-americana", i era compartida amb el mexicà Paco Ignacio Taibo II i moderada pel periodista Antonio Lozano. La veritat és que en cap moment va quedar massa clar el per què de l'aparellament de Taibo II -pel que sembla, un habitual del festival- i Lehane, i el moderador en aquest sentit no hi va contribuir gaire, ja que ràpidament va encarar-ho sobretot com una entrevista al ianqui (i, pel meu gust, centrant-se excessivament en el darrer llibre), mentre el mexicà anava afegint consideracions de forma un pèl anàrquica. I no ho dic com a crítica a Taibo II, ja que la seva interacció amb Lehane va propiciar moments divertits i fins i tot surrealistes, com quan li reclavama que inclogués més mexicans a les seves novel·les ("Mexicans a Boston?", responia Lehane). En tot cas, vaig descobrir un altre personatge i escriptor interessant del que ja he fet alguna lectura.

Lehane, al centre, i Taibo II a la dreta.

Pel que fa al protagonista principal de la xerrada (al cap i a la fi estava anunciat així), es va mostrar menys expansiu que el mexicà però va tirar d'ironia, expressant-se, per cert, en un anglès molt fàcil d'entendre. Lehane va parlar del Boston de la seva infantesa, de la importància de l'experiència sindical en la seva formació vital i també de com veure com, fins i tot al seu veïnat d'origen, els immigrants irlandesos tenien els seus bars en funció dels comtats d'origen li havia deixat clar que el "nosaltres" sempre es confronta a "els altres". Va justificar una de les frases que llença el protagonista d'Ese mundo desaparecido: que entre un gàngster i un banquer l'única diferència és el títol universitari que penja al despatx. Però parlant de Donald Trump també va deixar clar que confiava en el sistema democràtic nord-americà per evitar mals majors.

Respecte la seva obra va ser contundent a l'hora d'afirmar que sobretot fugia dels finals que no fossin conseqüents amb la pròpia història i els personatges. En aquest sentit va recordar que quan la seva dona va acabar de llegir l'esborrany de Mystic River li va dir, horroritzada: "Això es podria titular: 'Tothom hi perd'". I ell va pensar que per fi havia aconseguit el que volia. Lehane, que actualment viu a Los Angeles, també va parlar força sobre la diferència entre escriure novel·les i fer-ho per la televisió (entre d'altres, va escriure alguns guions per "The Wire"). En aquest sentit, va confessar que tot just feia molt poc que, per primer cop, havia escrit un guió que no li retornessin ple de correccions, és a dir, que havia trigat més d'una dècada a aprendre a escriure veritablement per l'audiovisual.

Curiosament, el periodista-moderador no li va fer la pregunta obligada en aquests casos, sobre els projectes més immediats, un cop tancada la semi-trilogia dels Coughlin. N'estarem pendents.

dilluns, 13 de febrer del 2017

Periodisme (de ficció) més enllà de l'exclusiva

La Marta i jo ens hem devorat en un parell de setmanes The Newsroom (2012-14), la sèrie d'Aaron Sorkin sobre l'equip d'un informatiu nocturn de TV. La sèrie va suposar el retorn de Sorkin a la televisió i fins el moment la seva darrera experiència en aquest mitjà, ja que els resultats no van acabar de ser del tot reeixits, com ho prova que tan sols tingués tres temporades (amb un número d'episodis menor cadascuna). Això, juntament amb alguna crítica que m'havia arribat, havien rebaixat les meves expectatives, però el cert és que al final he disfrutat molt la sèrie.

En aquest sentit, són perfectament reconeixibles alguns dels trets característics de The West Wing (El Ala Oeste de la Casa Blanca): el protagonisme coral lligat a la idea que el treball en equip és el que aporta les solucions; els diàlegs ràpids i brillants que mantenen tots els personatges, al límit de la repelència; i una visió idealista de la realitat que mostra, passada pel tamís progre made in USA, amb clara voluntat moralitzant per part de Sorkin. Potser hi ha un major èmfasi en les relacions personals dels protagonistes, la qual cosa justament no juga en favor de la sèrie (la història d'amor de Jim i Carrie es fa carregosa episodi a episodi).

Sembla que moltes de les crítiques a la sèrie es basaven sobretot en la visió idealitzada de la professió periodística. De la mateixa manera que la Casa Blanca de Josiah Bartlet era un compendi de totes les virtuts de la democràcia nord-americana, la redacció del fictici News Night d'ACN és on tot periodista voldria treballar (tot i que no sembla que els redactors i productors de base cobrin massa). Ara bé, com algú ha assenyalat, tota sèrie de ficció "laboral" (advocats, policies, cirurgians plàstics, etc.) acostuma a ser una visió molt idealitzada de la realitat. A més, The Newsroom en cap moment nega que el plantejament dels seus protagonistes és excepcionalment idealista: és a dir, que la manera com funciona l'informatiu que retrata no es correspon a com funcionen la majoria d'informatius en la realitat, sinó la manera que Sorkin creu que haurien de funcionar.

Per tant, sí, Sorkin ens sermoneja, i hi haurà alguns a qui això els molesti. Però en el seu sermó l'encerta detectant molts dels mals que avui afecten el periodisme i en concret els informatius televisius: l'obsessió per ser els primers, per davant del contrast i la contextualització; la banalització de la informació, apostant pels temes "populars"; l'esclavitud de les dades de l'audiència; la neutralitat (quan hi és) entesa com presentar dues opinions contraposades, encara que una d'elles sigui senzillament falsa; l'enganyifa del "periodisme ciutadà" i la submissió a les xarxes socials... Davant tot això, el plantejament dels protagonistes és molt senzill: fer un informatiu en què el principal criteri és el de servei públic per una societat que ha de funcionar democràticament. Idealistes? Sí, clar, la seva referència és Don Quixot.

Jeff Daniels va guanyar un merescut Emmy pel seu paper de Will McAvoy, l'anchorman de l'informatiu de la sèrie.

Hi ha un aspecte que m'ha interessat especialment de la reivindicació del bon periodisme que fa Sorkin. Generalment quan pensem en històries de "gran periodisme" pensem sobretot en reporters capaços d'aconseguir una gran història amagada, a vegades fins i tot en contra del seu mitjà. És el model de Woodward i Bernstein o de l'equip Spotlight de la peli del mateix nom. El gran triomf del periodisme, doncs, és l'exclusiva, el desenmascarament d'una veritat oculta. The Newsroom, però, no va per aquí. En les tres temporades amb prou feines els veiem emetre una gran exclusiva, i finalment resulta errònia (no podia ser d'altra manera: una de les gràcies de la sèrie és que, a diferència de The West Wing, mira d'adaptar-se al màxim al món "real" que els espectadors han viscut, de manera que es cobreixen esdeveniments com la mort de Bin Laden, l'atemptat de la marató de Boston o la campanya presidencial de 2012).

Per tant, quin és el mèrit d'aquests periodistes si no aconsegueixen gaires exclusives (i quan les aconsegueixen són un fiasco)? El primer mèrit es refereix a la funció coneguda com gatekeeper: seleccionar aquelles informacions que realment són importants per a l'espectador, en aquest cas no atenent als seus gustos sinó a les seves necessitats. Dit així pot sonar snob, però avui en dia, amb l'allau d'informació a què estem tots sotmesos, em sembla més vital que mai. El segon mèrit està en la manera de presentar la informació seleccionada, mirant d'aportar la màxima claredat i context. Moltes "històries" les recullen tots els informatius o mitjans: la manera d'explicar-les és el que marca la diferència. Tot plegat és menys cridaner que aconseguir una exclusiva, però potser més difícil i tot.

En definitiva, en aquests temps en què teòricament tenim tot el coneixement possible a un parell de clicks, The Newsroom reivindica el periodisme clàssic i, en concret, el "producte" periodístic, sigui -en aquest cas- un informatiu de nit, com ho podria ser un diari de paper: un producte que mira d'oferir al consumidor allò més rellevant que s'ha produit des de l'edició anterior del mateix. Reivindica el periodisme, reivindica el producte periodístic, reivindica -per sobre de l'exclusiva- l'edició periodística, i reivindica -per sobre del periodista individual- la "redacció". No per res el veritable heroi de la història, com es posa de manifest en el darrer capítol, no és el presentador carismàtic, ni l'editora-productora revolucionària, ni cap redactor o reporter, sinó el cap d'informatius de la cadena que decideix que encara és possible fer bé un noticiari televisiu.

I, donat que la sèrie va acabar fa anys, un es queda amb ganes de saber com hauria reaccionat Will McAvoy -votant republicà i alhora assot del Tea Party- davant l'huracà Trump.

dimecres, 11 de gener del 2017

Periodisme (del de veritat) a la carretera

De sobte, tothom demanava una explicació de la victòria de Trump, i no pocs s'atrevien a donar-ne la seva. Fins i tot aquest blog, humilment, va provar d'argumentar una explicació en termes músico-cultural-identitaris, partint de Randy Newman. Doncs bé, si sou dels que encara us turmenta la victòria del multimilionari pocasolta (per dir-ho finament), val la pena que us llegiu Off The Road. Miedo, asco y esperanza en América, el darrer llibre del periodista britànic Andy Robinson. Vagi per davant: no es tracta d'un text oportunista, ja que va ser publicat quan Trump encara ni tan sols era el candidat republicà oficial, i tampoc és un llibre dedicat a Trump -tot i que n'hi ha referències aquí i allà-. En canvi, sí que ofereix un retrat sobre la realitat dels EUA, els seus conflictes i problemàtiques, que poden ajudar a entendre el resultat electoral. I, en tot cas, l'interès del llibre va molt més enllà de la trumpologia...

Fins i tot qui pensi "i a mi què se'm refot el que passi als EUA" faria bé de canviar d'opinió i llegir el llibre atentament, ja que com Robinson s'encarrega sovint de recordar-nos, moltes de les "novetats" ianquis acaben esdevenint globals. I alguns dels mals que actualment pateix Barcelona es van avançar a ciutats com Las Vegas o Miami. Aquestes són algunes de les ciutats que Robinson visita al llarg del llibre, juntament amb Detroit, San Francisco, Ferguson o Nova York, per parlar de qüestions com la desertització, els salaris precaris, la comercialització de la gestió de la immigració, la gentrificació dels centres de les ciutats o la divisió racial. Un panorama força desolador.

Robinson és un freelance que, entre d'altres mitjans, col·labora habitualment amb La Vanguardia. De fet, Robinson és una de les millors coartades "progres" que tenim els lectors del diari del Grup Godó: fins i tot David Fernández va reconèixer en una entrevista que alguns dels textos que Robinson publicava al rotatiu barceloní mainstream per excel·lència també podrien aparèixer a l'alternatiu La directa. Poca broma, doncs. Si el periodisme ha de ser sempre crític (i ho hauria de ser), Robinson és un bon exemple. Com a freelance, la sensació és que Robinson treballa sobre els temes que l'interessen, a nivell mundial: avui sóc aquí i demà allà, entrevistant experts i la gent del carrer per enviar cròniques ben treballades. Vaja, que fa molta ràbia perquè la seva feina és la que, aparentment, molts periodistes voldríem tenir. I dic aparentment perquè estic segur que darrera aquesta imatge glamourosa s'amaguen moltes misèries en el dia a dia. Al cap i a la fi, freelance és una altra manera de dir autònom.


En tot cas, Off The Road -que es llegeix gairbé d'una tirada- és un bon exemple de periodisme, d'aquest periodisme que se'ns mor, que desapareix. Del reporter que hi va, veu, pregunta i escriu. I si el llibre és en ell mateix una lliçó pràctica de periodisme, també hi ha, aquí i allà, algunes interessant reflexions sobre la pròpia professió. Com quan, a Ferguson, apunta que era la presència de les televisions en directe la que feia que en bona mesura els disturbis racials continuessin. Però no tot és crítica fàcil a les grans corporacions. Robinson també es permet un moment d'autocrítica cínica quan comenta, davant el testimoni d'un antic saxofonista de la Motown en la decrèpita Detroit actual: "En algún momento noté lágrimas emanando de mis gélidos interiores de reportero. Pronto me recompondría pensando en la página entera, tal vez incluso con una foto en portada, que el periódico tendría que darme para un reportaje con tanto interés humano."

I, sobre el futur de la professió, una divertida però preocupant reflexió. A Silicon Valley, Robinson parla investiga sobre les noves capacitats dels ordinadors de crear a partir d'algoritmes, però en el fons el que li preocupa és si, en definitiva, els ordinadors podran acabar escribint reportatges i deixant-lo sense feina. Un dels experts li diu que poden fer retocs i millores en els textos, i fins i tot alguns de senzills, però que mentre escrigui articles complexos no ha de patir perquè l'ordinador el pugui substituir. "Fue un momento de alivio profundo pero efímero. Empecé a pensar en las últimas tendencias del periodismo sensacionalista: textos cortos, refritos de otros periódicos, ideas banales, un lenguaje infantil, textos sin sentido. Aunque el periodismo inteligente estuviera fuera del alcance del robot, ¿qué jefe de sección pedía ya periodismo inteligente?" Glups!